¿Será que siempre me conviene hacer la voluntad de Dios?
¿Siempre me conviene hacer la voluntad de Dios?
La respuesta a esta pregunta es una cuestión de lógica:
Por un lado, creemos que Dios es un padre bueno, que nos ama y siempre desea lo mejor para nosotros. Pero alguien podría argumentar que nuestros padres terrenales también son buenos, nos aman, y siempre desean lo mejor para nosotros, y sin embargo a veces pueden equivocarse al darnos un consejo, o no saber exactamente qué es lo mejor para nosotros. Incluso otras veces puede que sepan qué es lo mejor para nosotros, pero no nos lo puedan dar o no puedan ayudarnos a conseguirlo, debido a sus limitaciones humanas.
Aquí entran en juego otros atributos (otras características) que conocemos de Dios: Él es perfecto (es decir que nunca se equivoca) y omnisciente (es decir que lo sabe todo). Ah, y además, ¡es omnipotente (es decir que lo puede todo)!
Ahora, si le sumamos a toooodo esto el hecho de que Dios es un padre bueno, entonces podemos contestar con total seguridad que sí. La lógica nos confirma que siempre nos conviene hacer la voluntad de Dios porque Él no sólo quiere darnos lo mejor, sino que sabe exactamente qué es lo mejor, y además puede hacer lo necesario para que tengamos lo mejor.
«Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes—afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.» (Jeremías 29.11)
Y cabe aclarar que esto es válido ya sea que entendamos o no la voluntad de Dios en determinado momento. Puede ser que a veces la entendamos y a veces no, porque nosotros sólo vemos a corto plazo y Dios ve las cosas con otra perspectiva, a largo plazo. Él ve el cuadro terminado. Así que no es una cuestión de «sentir» o de «entender» para que resulte bueno hacer la voluntad de Dios. Recuerda esto para que tus pensamientos, emociones, o sensaciones no te desvíen: Siempre nos conviene hacer la voluntad de Dios porque siempre será buena para nosotros.
« … Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.» (Romanos 12.2b)
-Lucas Leys
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